Las bombas ya explotaron ¿Y ahora?
Más un artículo tomado de http://www.porisrael.org/secciones/articulos/yahora.htm, publicado un día después del atentado terrorista en Madrid, el 11 de Marzo del 2004.
Mis condolencias a Pilar Rahola. Mis condolencias a todos los españoles de bien, por el durísimo trance que debieron pasar. Es más, mis condolencias a toda la humanidad “humana” por lo que ocurrió ayer en España, puesto que tal golpe, correctamente leído, confirma que no será el único ni el último del fanatismo fundamentalista, y... en cualquier lugar del planeta. Sin embargo y pese a que el sufrimiento los atafaga, hay españoles, con quienes desde luego también me conduelo, que deberían aprender la lección. Las bombas que ayer sacudieron a la península ibérica, son esa lección. Digámoslo de manera más simple: “no podemos acariciar a las fieras y después quejarnos de que éstas nos han mordido”. Cuando el sol acababa de salir en la mañana del 11 de marzo de 2004, en las cercanías de Madrid, los vagones de tres trenes explotaron por obra de atentados criminales y ya se cuentan 198 los muertos y 1400 los heridos, algunos de gravedad. Esta cifra catastrófica de cadáveres y mutilados ha conmovido a la humanidad y hoy, al día siguiente del asesinato masivo, gigantescas manifestaciones de millones de personas a lo largo y ancho del mundo, dan su pésame al pueblo herido. No corresponde otra cosa. Ahora bien, el sol sale cada día, 365 veces al año. Y hay otro país, por el que nadie hace multitudinarias concentraciones de apoyo cuando ocurre algo semejante, que los 365 días de cada año debe soportar embates terroristas similares a los ocurridos ayer en Madrid: Israel. Si tales ataques no tienen la envergadura de los de la víspera en España, se debe única y exclusivamente a la eficiencia de un pueblo que no se ha tomado este asunto a broma. Tanto es así, que sus servicios de seguridad detienen a diario cantidad de criminales con bombas atadas a sus cuerpos, que salen a matar a diestra y siniestra a quien sea y donde sea. Aunque, de vez en cuando alguno de esos asesinos consigue eludir el cerco y provoca una matanza entre la población. Para placer de muchos españoles y no españoles, que se solazan cuando los cadáveres son de descendientes del pueblo hebreo.
Dejemos por ahora a los otros y refirámonos especialmente a España, ya que es la nación más recientemente ultrajada. Cuando los cuerpos de las víctimas todavía no se han enfriado y los mil y pico de heridos se debaten entre la vida y la muerte, algunos de sus ciudadanos se hacen un espacio y atacan a quien por cantidad de bajas, los supera con amplitud. Con consternación he leído, en la sección Cartas de Lectores de varios diarios peninsulares, que continúan las diatribas contra el pueblo judío (aunque usando a Israel como blanco), sin solución de continuidad. Pese a que el dolor los lacera, tienen no obstante tiempo y ganas de establecer su particular diferenciación, donde los muertos y heridos propios son mártires de la barbarie y los israelíes merecedores de tal destino. En escritos donde abundan las faltas de ortografía, de pésima sintaxis, cuando no lindando con el anacoluto, hombres y mujeres españoles descargan su bronca contra los asesinos de su gente, pero cuidándose de aclarar la diferencia entre aquellos que los atacaron y lo que ellos llaman: “la resistencia palestina”. En esto tienen una especial fijación. En un movimiento de ignotos orígenes, aunque insuflado por una judeofobia atávica, se han convertido en defensores a ultranza de la Autoridad Nacional Palestina, sin importarles lo que ésta haga ni como la haga. Obstinados, siguen acariciando a las fieras y sin cuidarse la mano. Negándose a reconocer, pese al reguero de muertos de Madrid, que la fiera los ha mordido. Actitud compartida por su gobierno fascista, que en primera instancia aceptó y luego declinó, el ofrecimiento humanitario de Israel (harto experto en estas lides) para identificar a los muertos y socorrer a los heridos. Aunque en esto de atacar a Israel, por acción u omisión, los diarios españoles se llevaron las palmas. No hubo en estos periódicos, siquiera para disimular un poco su posición anti israelí, la más mínima bonhomía de publicar, aun mezcladas con las de cientos de gobernantes de todos los países del mundo, las condolencias que el Presidente de Israel Moshé Katzav les hizo llegar al falangista devenido en demócrata Aznar y al Rey Juan Carlos. Y lo más indignante, es que no les importa tenerla tampoco.
Con respecto al atentado, aun no se conocen sus autores. Por conveniencias políticas unos acusan a ETA y otros a AL QAEDA, aunque establecer quien haya sido puntualmente, por el peligro general que el hecho representa, carece de relevancia. Una u otra de estas organizaciones terroristas, en nada difieren de otras muchas que pululan en el orbe, sobre todo en el lado islámico. Porque pueden haber sido, en su realización directa, cualquiera de las dos, o ambas conjuntamente o caso contrario esta o aquella de las tantas existentes y cuya existencia se tolera o toleró en el pasado reciente. Conviene sí saber de donde proviene la enseñanza para cometer estos deleznables actos, cual gavilla les otorga logística y apoyo, y quienes les proveen los explosivos. Porque los fundadores de estos actos vandálicos, donde lo mismo da que muera Juan o Pedro, o ambos, son sin duda el Premio Nóbel de la Paz Yasser Arafat y sus organizaciones guerrilleras. Que tienen cantidad de campos de entrenamiento en África y Asia, con alguna cuña en Europa. Manejando astronómicas sumas de dinero aportadas por la espantada Europa, parte de las cuales corresponden al erario español, compran y fabrican armas para combatir contra Israel, pero que visto en una correcta dimensión, dadas las alianzas entre terroristas que se han tejido y tejen, alcanza dimensión mundial. Son lo mismo Tanzim, que el Ejército Rojo Japonés, iguales Las Brigadas de Mártires de Al Aqsa que la banda Baden Meinhof, asociadas ETA y la Jihad Islámica. En este aquelarre de rifles, bombas y misiles, de suicidas asesinos y asesinos a secas, todo da igual. Lo importante es que se han desbocado y es necesario, fundamental para la supervivencia del modo de vida democrático, eliminarlas y como sea.
Esto no se hará procediendo como hasta ahora y la muestra es lo sucedido en España. De nada sirve que envíen embajadas de apoyo a Arafat y sus asesinos, que hagan manifestaciones de apoyo a la “causa palestina” y contra la valla de seguridad que está erigiendo Israel. Salta a la vista que en cualquier momento, Arafat o alguno de sus socios, (las fieras) que están en todos lados, darán su zarpazo.
Un párrafo aparte para las “idiotas”, ¡perdón! (me extralimité y eso que siempre pienso que debo atenuar mis epítetos), quise decir: “imbéciles” damas ¿artistas? que fueron en cantidad de 100 a dar su sostén (ideológico, aunque si les hubiesen pedido el otro también se lo daban) a Arafat. Ser romántico está muy bien, soñar con un mundo mejor, mejor, pero ser estúpido y ciego tiene su precio. Y hoy que la muerte ha golpeado a la puerta de sus casas, deberían reexaminar su militancia y conocer con quien están lidiando. Porque mientras estas ignotas españolas cantaban loas al gran asesino, ladrón, corruptor y corrupto, terrorista y demás exquisiteces que lleva por apellido Arafat, quizá en algunas casas lindantes a donde ellas estaban, había gente abocada a fabricar las bombas que ayer estallaron en España.
Mario Linovesky
Bahia Blanca
Mis condolencias a Pilar Rahola. Mis condolencias a todos los españoles de bien, por el durísimo trance que debieron pasar. Es más, mis condolencias a toda la humanidad “humana” por lo que ocurrió ayer en España, puesto que tal golpe, correctamente leído, confirma que no será el único ni el último del fanatismo fundamentalista, y... en cualquier lugar del planeta. Sin embargo y pese a que el sufrimiento los atafaga, hay españoles, con quienes desde luego también me conduelo, que deberían aprender la lección. Las bombas que ayer sacudieron a la península ibérica, son esa lección. Digámoslo de manera más simple: “no podemos acariciar a las fieras y después quejarnos de que éstas nos han mordido”. Cuando el sol acababa de salir en la mañana del 11 de marzo de 2004, en las cercanías de Madrid, los vagones de tres trenes explotaron por obra de atentados criminales y ya se cuentan 198 los muertos y 1400 los heridos, algunos de gravedad. Esta cifra catastrófica de cadáveres y mutilados ha conmovido a la humanidad y hoy, al día siguiente del asesinato masivo, gigantescas manifestaciones de millones de personas a lo largo y ancho del mundo, dan su pésame al pueblo herido. No corresponde otra cosa. Ahora bien, el sol sale cada día, 365 veces al año. Y hay otro país, por el que nadie hace multitudinarias concentraciones de apoyo cuando ocurre algo semejante, que los 365 días de cada año debe soportar embates terroristas similares a los ocurridos ayer en Madrid: Israel. Si tales ataques no tienen la envergadura de los de la víspera en España, se debe única y exclusivamente a la eficiencia de un pueblo que no se ha tomado este asunto a broma. Tanto es así, que sus servicios de seguridad detienen a diario cantidad de criminales con bombas atadas a sus cuerpos, que salen a matar a diestra y siniestra a quien sea y donde sea. Aunque, de vez en cuando alguno de esos asesinos consigue eludir el cerco y provoca una matanza entre la población. Para placer de muchos españoles y no españoles, que se solazan cuando los cadáveres son de descendientes del pueblo hebreo.
Dejemos por ahora a los otros y refirámonos especialmente a España, ya que es la nación más recientemente ultrajada. Cuando los cuerpos de las víctimas todavía no se han enfriado y los mil y pico de heridos se debaten entre la vida y la muerte, algunos de sus ciudadanos se hacen un espacio y atacan a quien por cantidad de bajas, los supera con amplitud. Con consternación he leído, en la sección Cartas de Lectores de varios diarios peninsulares, que continúan las diatribas contra el pueblo judío (aunque usando a Israel como blanco), sin solución de continuidad. Pese a que el dolor los lacera, tienen no obstante tiempo y ganas de establecer su particular diferenciación, donde los muertos y heridos propios son mártires de la barbarie y los israelíes merecedores de tal destino. En escritos donde abundan las faltas de ortografía, de pésima sintaxis, cuando no lindando con el anacoluto, hombres y mujeres españoles descargan su bronca contra los asesinos de su gente, pero cuidándose de aclarar la diferencia entre aquellos que los atacaron y lo que ellos llaman: “la resistencia palestina”. En esto tienen una especial fijación. En un movimiento de ignotos orígenes, aunque insuflado por una judeofobia atávica, se han convertido en defensores a ultranza de la Autoridad Nacional Palestina, sin importarles lo que ésta haga ni como la haga. Obstinados, siguen acariciando a las fieras y sin cuidarse la mano. Negándose a reconocer, pese al reguero de muertos de Madrid, que la fiera los ha mordido. Actitud compartida por su gobierno fascista, que en primera instancia aceptó y luego declinó, el ofrecimiento humanitario de Israel (harto experto en estas lides) para identificar a los muertos y socorrer a los heridos. Aunque en esto de atacar a Israel, por acción u omisión, los diarios españoles se llevaron las palmas. No hubo en estos periódicos, siquiera para disimular un poco su posición anti israelí, la más mínima bonhomía de publicar, aun mezcladas con las de cientos de gobernantes de todos los países del mundo, las condolencias que el Presidente de Israel Moshé Katzav les hizo llegar al falangista devenido en demócrata Aznar y al Rey Juan Carlos. Y lo más indignante, es que no les importa tenerla tampoco.
Con respecto al atentado, aun no se conocen sus autores. Por conveniencias políticas unos acusan a ETA y otros a AL QAEDA, aunque establecer quien haya sido puntualmente, por el peligro general que el hecho representa, carece de relevancia. Una u otra de estas organizaciones terroristas, en nada difieren de otras muchas que pululan en el orbe, sobre todo en el lado islámico. Porque pueden haber sido, en su realización directa, cualquiera de las dos, o ambas conjuntamente o caso contrario esta o aquella de las tantas existentes y cuya existencia se tolera o toleró en el pasado reciente. Conviene sí saber de donde proviene la enseñanza para cometer estos deleznables actos, cual gavilla les otorga logística y apoyo, y quienes les proveen los explosivos. Porque los fundadores de estos actos vandálicos, donde lo mismo da que muera Juan o Pedro, o ambos, son sin duda el Premio Nóbel de la Paz Yasser Arafat y sus organizaciones guerrilleras. Que tienen cantidad de campos de entrenamiento en África y Asia, con alguna cuña en Europa. Manejando astronómicas sumas de dinero aportadas por la espantada Europa, parte de las cuales corresponden al erario español, compran y fabrican armas para combatir contra Israel, pero que visto en una correcta dimensión, dadas las alianzas entre terroristas que se han tejido y tejen, alcanza dimensión mundial. Son lo mismo Tanzim, que el Ejército Rojo Japonés, iguales Las Brigadas de Mártires de Al Aqsa que la banda Baden Meinhof, asociadas ETA y la Jihad Islámica. En este aquelarre de rifles, bombas y misiles, de suicidas asesinos y asesinos a secas, todo da igual. Lo importante es que se han desbocado y es necesario, fundamental para la supervivencia del modo de vida democrático, eliminarlas y como sea.
Esto no se hará procediendo como hasta ahora y la muestra es lo sucedido en España. De nada sirve que envíen embajadas de apoyo a Arafat y sus asesinos, que hagan manifestaciones de apoyo a la “causa palestina” y contra la valla de seguridad que está erigiendo Israel. Salta a la vista que en cualquier momento, Arafat o alguno de sus socios, (las fieras) que están en todos lados, darán su zarpazo.
Un párrafo aparte para las “idiotas”, ¡perdón! (me extralimité y eso que siempre pienso que debo atenuar mis epítetos), quise decir: “imbéciles” damas ¿artistas? que fueron en cantidad de 100 a dar su sostén (ideológico, aunque si les hubiesen pedido el otro también se lo daban) a Arafat. Ser romántico está muy bien, soñar con un mundo mejor, mejor, pero ser estúpido y ciego tiene su precio. Y hoy que la muerte ha golpeado a la puerta de sus casas, deberían reexaminar su militancia y conocer con quien están lidiando. Porque mientras estas ignotas españolas cantaban loas al gran asesino, ladrón, corruptor y corrupto, terrorista y demás exquisiteces que lleva por apellido Arafat, quizá en algunas casas lindantes a donde ellas estaban, había gente abocada a fabricar las bombas que ayer estallaron en España.
Mario Linovesky
Bahia Blanca
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