domingo, agosto 20, 2006

Entender lo inentendible por Andres Spokoiny

Los argentinos sufrimos décadas a causa de la fatídica frase “algo habrá hecho”. Siempre justificamos las peores opresiones, los más horrendos atropellos a las libertades culpando a las victimas. Aun cuando nosotros mismos sufríamos injusticias, tendemos a creer que “si alguien me pega, por algo será”.

Cuando miles de personas desaparecían y eran torturadas y asesinadas arbitrariamente, las conversaciones de café y las charlas con los taxistas sentenciaban: “y, en algo seguro que andaban”. Así, toleramos en silencio el genocidio más grande de nuestra historia y la dictadura más sangrienta en la historia de Latinoamérica. Y Hasta el día de hoy, seguimos culpando a las victimas.

Esa actitud debiera avergonzarnos como individuos y como sociedad, ya que es un intento cobarde de rehuir nuestras responsabilidades y nuestro deber de resistir a la violencia y a la opresión, culpando a aquellos que la sufren.

No obstante, luego del atentado a las torres gemelas los mismos coros cantan con renovada pasión. En una extraña alianza, pequeños fascistas de barrio y grandes intelectuales “progresistas” alzan sus voces para decir que “si bien no justifican el atentado” (frase fundamental, tal como “yo tengo amigos judíos”), la política exterior de EEUU es la culpable del odio del mundo contra ellos. “Al fin y al cabo, cantan a coro fachos baratos y escritores de izquierda, A Bin Laden lo formo Estados Unidos”. “Ellos que se quejan?, - dicen muchos con diferentes grados de articulación - , si son mas terroristas que ningún otro...”.

Se multiplican los discursos que tratan de “entender” al atentado como respuesta o consecuencia de la cruel política exterior americana. Políticos y periodistas llaman a la “neutralidad” argentina... como si la Argentina no hubiese sufrido la crueldad del terrorismo en carne propia. Como si pudiéramos ser neutrales después de haber sido blanco.

Una vez mas, culpamos a las victimas. A veces abiertamente, a veces con circunloquios y complicados racionalismos. A veces adrede, a veces sin intención.

Quien “entiende” al atentado lo justifica. Un ataque tan sangriento y horrendo, pensado para matar indiscriminadamente a miles de personas no tiene que ver ni con la política americana en medio oriente, ni con la opresión de Estados Unidos a Vietnam, ni con la injerencia capitalista en las economías emergentes. Solo responde a una cosa: Furia asesina irracional e intolerancia salvaje.

Además, ninguno de los “argumentos” para entender el atentado se sostiene. El predilecto de los fascistas de salón argentinos, que el atentado es respuesta a la situación generada por la intifada palestina, ignora que la sangrienta conspiración empezó hace mas de un año, cuando la intifada aun no había comenzado. Omite también, que el primer atentado a las torres gemelas en 1993, se produjo en pleno proceso de paz, mientras palestinos e israelíes cooperaban y construían juntos los tratados de Oslo. El omnipresente fantasma antisemita intenta también sugerir que de algún modo la política de Israel es culpable, re-editando la vieja frase de los Nazis, nunca del todo olvidada: “los judíos son nuestro infortunio”.

El razonamiento del cobarde es entendible. Si la victima tiene culpa, entonces él, supuestamente “inocente” esta al abrigo. Pobre! No sabe que el no esta al abrigo de nada, porque la violencia y el terrorismo son ciegos e irracionales por definición. Lo único que logra es ponerse mas en peligro, pues su razonamiento impide atacar el problema y castigar a los culpables.

Pero los políticos e intelectuales que culpan a la victima no merecen comprensión sino desprecio. Su discurso busca el rédito político fácil, el guiño demagógico, el rating amarillo, la postura “cool” de supuesto inconformista. Políticos que contribuyeron a afirmar la dependencia argentina ahora “entienden” el atentado como una reacción casi natural a la opresión americana.

Haciendo el juego del terrorismo

Nadie intenta justificar la política exterior americana. Es tan interesada y falta de escrúpulos como la de cualquier otro país. Tal vez peor, por la magnitud y la potencia del país del Norte. Pero instalar el debate sobre la política americana mientras 6000 cuerpos se pudren bajo los escombros es darle un rédito político impensado al terrorismo.

Desde la perspectiva de la mente maligna que ideó los atentados el éxito es rotundo y completo: mató a quien quería matar y nosotros lo premiamos instalando un debate que entiende y legitima sus motivaciones. Si, instalar el debate, en este momento es legitimar el atentado. Mas aun, incentiva futuros ataques, ya que envía un mensaje muy claro: quien quiera iniciar una discusión politica debe hacer un atentado y matar gente. Cuanta más gente mate, mayor y más profundo el debate que lograra. Si el atentado tenia como objetivo que EEUU cambie su política, entonces nosotros nos aliamos con los terroristas instando a EEUU a cambiar de política. Es triste y preocupante descubrir que, gracias a esta actitud, el mejor modo de hacerse escuchar es mediante la violencia. Así, mucha gente, aun con buenas intenciones, bate palmas al son de la musica dictada por los asesinos.

El terrorismo es irracional por definición. Solo busca matar y encontrara cualquier excusa para hacerlo. En este caso, ni siquiera hay demandas, no hay pedidos o reivindicaciones especificas. Solo hay sed de sangre y destrucción.

Hoy hay un único debate que tiene lugar: Como atrapar y llevar ante la justicia a los culpables de la masacre. Como cuidarse de futuros atentados y como luchar contra el terrorismo y todos aquellos que lo fomentan, financian y protegen.

Naturalmente, es necesario discutir sobre las causas profundas del terrorismo. En este caso, por ejemplo podemos debatir acerca de que situaciones propician un caldo de cultivo para la intolerancia y el odio. Podemos analizar quienes fomentan el terror y por que. Pero cuidado: debatir las causas no es entender ni justificar. En un ataque terrorista hay un solo culpable: El terrorista. Confundir victimas y perpetradores es justamente lo que los asesinos quieren. Un terrorista no es un “luchador por la liberación”, es un asesino. Él quiere hacernos creer, que la espada del combatiente es igual al cuchillo del carnicero, y nosotros lo ayudamos en su empresa.

Acaso esto significa que debemos validar ciegamente la política exterior americana? De ningún modo. Debemos seguir protestando contra aquello que nos parece injusto, pero no podemos mezclar los dos debates.

Una anécdota que involucra a David Ben Gurion lo ilustra claramente. Durante la segunda guerra mundial Israel se hallaba bajo dominio británico. Las leyes coloniales eran opresivas y crueles. Uno de los elementos más claros de esta opresión era que el país había sido cerrado a la inmigración judía mediante el infame “Libro Blanco”. El Libro Blanco condenaba a cientos de miles de judíos a morir en Europa al negarles una natural vía de escape hacia la Palestina Británica. Al mismo tiempo los ingleses combatían al nazismo y los judíos se alistaban en el ejercito británico para luchar contra Hitler. Le preguntaron al viejo estadista cual iba a ser su actitud. “Muy simple – respondió – lucharemos junto a los ingleses contra los Nazis como si no hubiera Libro Blanco, y lucharemos contra el Libro Blanco como si no hubiera guerra”.

Deschavar la hipocresía.

Ciertamente, acusar a 1000 millones de musulmanes de terroristas fundamentalistas es ridículo, cruel y condenable. Una distinción muy clara debe ser hecha entre los terroristas, que usan el Islam como excusa (podría ser cualquier otra) y una fe milenaria que aporta paz, consuelo y sentido a millones de personas.

Mientras la Europa Cristiana se iluminaba con las hogueras de la inquisición, los musulmanes creaban sociedades tolerantes y progresistas. El ejemplo de la España árabe es tal vez el mas claro. Mientras los Reyes Católicos de la península quemaban, expulsaban y mataban, los árabes defendían una sociedad plural y tolerante. Europa se reencontró con los autores griegos, por ejemplo, gracias a los árabes. El conocimiento científico moderno se nutre de textos traídos por árabes, traducidos por judíos y adoptados por cristianos.

La demonizacion de los árabes y del Islam es tan reprobable como el terrorismo. Es mas, juega en las manos del terrorismo, que intenta generar una falsa dicotomía entre Islam y Occidente.

Pero la actitud de los lideres árabes de hoy, tanto políticos como religiosos esta lejos de los meritos de sus nobles antecesores. Por cobardía, por intolerancia o por mezquino calculo político, la mayoría de los dirigentes árabes dan un guiño complaciente al terrorismo. Los palestinos tal vez sean el ejemplo más acabado de esto. Mientras derraman lagrimas de cocodrilo frente a los atentados, no hacen nada para impedir que los fundamentalistas en su seno actúen impunemente contra Israel. Los medios palestinos, los libros de texto con los que se forman las futuras generaciones son un vomito racista y antisemita. Los “hombres bomba” que matan inocentes en discotecas, autobuses y pizzerías son celebrados como héroes y reciben funerales de honor. Las escenas de jubilo que se vieron en las calles de Ramallah después del atentado (y cuyas filmaciones Arafat mando confiscar) no sorprenden: Son las mismas que se ven después que israelíes mueren en ataques de suicidas fundamentalistas. Confiscar las filmaciones fue el unico esfuerzo que la dirigencia palestina estuvo dispuesta a hacer. El verdadero desafio, que es educar para la tolerancia y dejar de usar el odio racial y religioso como arma política continua desatendido.

Si bien no muchos los promueven activamente, muy pocos clérigos desalientan a los suicidas. (A pesar de que el Coran prohíbe el suicidio y el asesinato). Contados con los dedos son quienes hablaron fuerte y claro contra las organizaciones fundamentalistas y los ataques contra civiles. En vez, imanes de mezquitas a través del medio oriente, llaman a la Jihad (guerra santa) contra Occidente e Israel.

Siria respalda, financia y entrena grupos terroristas. El Hezbolla, seriamente sospechado de vínculos con los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel en Argentina es armado por Irán y Siria y tolerado por el Líbano, en donde se convirtió en una fuerza política de primer orden. El Hamas, que luce sangrientos meritos tiene sus oficinas en Damasco, desde donde se coordinan atentados y ataques. Ramsee Yusef, uno de los terroristas que participo en el primer atentado a las torres gemelas era parte de una complicada red que involucraba tanto al Hamas, como a Irán y a Al-Qaeda, la red terrorista de Bin Laden.

El llamado a la Jihad no se detuvo después del atentado a las torres gemelas. Fue nuevamente emitido por el imán de la mezquita principal de El Cairo, una de las más importantes del mundo musulmán.

El monarca jordano, Abdullah, junto con algunos gobiernos árabes del Maghreb son honrosas excepciones que condenan sin bemoles y sin hesitación al terrorismo y a la intolerancia, resguardando así el honor propio y de sus naciones. Hosni Mubarak, por el contrario, líder del principal país árabe, navega aguas ambiguas intentando quedar bien parado con moderados y extremistas a la vez. El resultado es una política vaga y sin fuerza, cobarde y contradictoria.

Mientras tanto, las condenas a los atentados de muchos lideres árabes, laicos y religiosos, se relativizan con invectivas a la política exterior americana y a Israel. El director del diario árabe Al-Quds, frecuente invitado en CNN y BBC declara que “el horrible atentado es un llamado de atención para que EEUU revea su política exterior que aliena a los árabes”. Representantes de la OLP en Paris, declaraban, frente a periodistas que asentían con gravedad, que “hay que entender los atentados en el contexto de frustración de los arabes con la política exterior americana y la ‘ocupacion israeli’”. La logica de este razonamiento es aterradora: Cuanto más sangriento es el atentado, más muestra el nivel de frustración del asesino y su pueblo, y por lo tanto establece una responsabilidad agravada de la victima en su propio asesinato.

El imán de Buenos Aires, invitado frecuente de la TV argentina, llama “objetivos militares” a los mercados y restaurantes de Jerusalén, para luego decir que “al fin y al cabo los Talibanes son un invento americano”.

Los gobiernos europeos, por su parte, no están exentos de la hipocresía y la cobardía. No es demasiado temerario afirmar que el terrorismo abrevo de las complacientes aguas de la diplomacia europea. Por ingenuidad, calculo político y temor, los gobiernos de la Unión Europea nunca hicieron frente al terrorismo, aun cuando se ensañó en sus propios territorios. Francia, que como dijo el filosofo es tan fuerte en estética y tan débil en ética, sea tal vez el paradigma de esta actitud. La política gala fue la de “apaciguar” a los extremistas, ora con gestos políticos, ora con inversiones y en ciertas situaciones hasta con pagos en dinero. Aun cuando una corte alemana comprobó la participación del gobierno iraní en un atentado en las calles de Berlín, los gobiernos europeos continuaron con un “dialogo critico” con Teherán, mientras Francia invertía 1,000 millones de dólares en un oleoducto que cruzaría Irán.

En el conflicto árabe-israelí, Francia y otros países europeos, mas allá de las vanas condenas, avalaron y condonaron el terrorismo. La ayuda europea a la Autoridad Palestina es desviada con desfachatez hacia organizaciones militantes, sin que nadie proteste. La “ayuda educativa” de la Union Europea es usada para producir libros para niños que destacan los meritos de la Jihad. Sin duda, esa actitud fomentó el sentimiento de impunidad de los terroristas, que usan Europa como base de operaciones.

Cuando el Primer Ministro Lionel Jospin dijo que el Hezbolla era una organización terrorista, fue reprendido por el Palacio del Eliseo (que por otro lado no dijo nada cuando el mismo Jospin fue apedreado por militantes palestinos). Luego de los atentados en Nueva York el embajador Francés en Israel dice que “no son comparables los atentados contra civiles en Israel con lo que sucedió en EEUU”.

Ciertamente, los europeos creían ingenuamente que “apaciguando” a los terroristas, sus territorios o ciudadanos estarían a salvo de ataques y atentados. Razonamiento erróneo, cobarde e ingenuo. Paris fue centro de atentados de fundamentalistas argelinos y en el atentado a las torres gemelas murieron mas de 500 británicos. A modo de comparación, en la Guerra de las Malvinas cayeron 250 soldados ingleses. El ataque al World Trade Center fue, para los ingleses el más sangriento desde la segunda guerra mundial. No en vano los terroristas eligieron el Centro Mundial de Comercio. Así, matando a ciudadanos de mas de 60 países, se burlaron grotescamente de los europeos y su cobardía.

La política de “apaciguamiento” no es nueva. Se hizo tristemente celebre durante los años 30, cuando Franceses e Ingleses creían que “apaciguando” a Hitler lograrían tener paz. La idea era: “démosle a Hitler lo que quiere y se quedara tranquilo”. No quisieron ver que cuando alguien encarna al mal absoluto, no hay nada que pueda apaciguarlo o satisfacerlo. Así, Hitler recibió Checoslovaquia y Austria en bandeja de plata sin disparar un solo tiro. Las leyes de Nuremberg y los pogroms antisemitas fueron tomados como “excentricidades menores”. Naturalmente no se satisfizo, sino que se convenció de su superioridad frente a gobiernos pusilánimes y cobardes. Cuando Francia y Gran Bretaña se dieron cuenta de su error, ya era tarde. Lo mismo ahora.

Hay una lección que el mundo no aprendió: cuando un fanático toma por blanco a los judíos, jamás se detendrá en ellos. Los judíos serán siempre la primera victima, nunca la ultima.

Cuando el mundo ignoró o “entendió” los atentados fundamentalistas contra escuelas, autobuses, restaurantes o mercados en Israel, cuando se negó a condenar a gobiernos y lideres que apoyaban y financiaban el terror, estaba cayendo en el mismo error.

Los ataques contra la Embajada y la AMIA fueron ensayos. Pruebas que demostrarían la indiferencia y falta de reacción del mundo.

La conclusión es dolorosa. Si el mundo occidental hubiese reaccionado con energía frente a los atentados antisemitas y anti-israelíes, en vez de “entender” a los terroristas, posiblemente las redes extremistas hubiesen sido desbaratadas antes del sangriento martes 11 de Septiembre. Pero claro, mientras el fundamentalismo islámico actuaba contra los judíos, era problema de ellos, quienes, en cierta forma, “algo habían hecho”.

La eterna conspiración externa.

Y luego de los atentados resurgen las criticas a EEUU, quien, según esa bizarra coalición de fachos y seudo progresistas, es el culpable de la miseria y la pobreza en el mundo.

Es hora de desbaratar ese argumento que sirvió a las elites dirigentes del tercer mundo para justificar su corrupción y su incapacidad.

Si los países pobres viven en la miseria no es a causa de Estados Unidos, sino a causa de sus gobernantes corruptos e inútiles. Siempre es fácil culpar a otro por la propia desgracia. Mas aun, si eso nos libera de nuestra propia responsabilidad.

Tomemos el caso de Argentina. Nuestro país no esta en la miseria solo que por culpa de la codicia y la ineptitud de su clase dirigente y la indiferencia de su pueblo. Estados Unidos no despilfarro nuestras reservas de oro después de la segunda guerra mundial, lo hicimos solitos. Ningún factor externo nos obligó a no tener política productiva, a expulsar a nuestros científicos e intelectuales, a regalar nuestras empresas publicas. Australia fue colonia más tiempo que Argentina. Es igual de periférico. Es similar a la Argentina en clima, población y extensión (es ciertamente más pobre en recursos). Por que ellos se convirtieron en Primer Mundo y nosotros no? Acaso EEUU se ensañó especialmente contra la Argentina? Miembros de todos los partidos y de todas las fuerzas políticas, que cada cual en su tiempo, provocaron la ruina de nuestro pais, corren raudos a culpar de nuestra tragedia a algun factor externo. Los argentinos siempre preferimos imaginar maquiavélicas conspiraciones, creer en “campañas anti-argentinas”, antes de encarar los verdaderos problemas que nos atan al subdesarrollo.

Y el caso de los países árabes es aun más claro. No faltan quienes dicen que el fundamentalismo surge a causa de la pobreza en la que viven las masas árabes. Muchos van aun más lejos: si el culpable del fundamentalismo es la indigencia y EEUU es el causante de la miseria, entonces aquí esta la tan ansiada “explicación” del atentado.

Cuesta un poco sostener este argumento cuando el líder de la red terrorista es un billonario...

No obstante, aceptemos por un minuto esta suposición: Quién es el causante de la pobreza de las masas árabes?

Los países árabes no son pobres. Tienen riquezas incalculables. La renta petrolera alcanza trillones de dólares al año. Los ministros del petróleo, pueden decidir en un abrir y cerrar de ojos, una recesion mundial aumentando los precios del crudo, tal como ocurrió en 1973 y 1991.

Pero las rentas petroleras terminan en los bolsillos de unos pocos. Dictadores billonarios como las casas reales de los emiratos árabes o el mismo Bin Laden, que roban al pueblo árabe de los recursos que les pertenecen.

Estos príncipes petroleros no están nada en contra de que sus masas pauperizadas crean que EEUU, el gran Satán, es quien causa su miseria. Es mas, lo fomentan para ocultar su propia corrupción y su voracidad sin limites.

Al fin y al cabo, si gente como Bin Laden se preocuparía por la miseria de su pueblo no gastaría millones en entrenar a terroristas del mundo entero, sino en proyectos de desarrollo social y ayuda a los necesitados.

Otra vez: no se trata de justificar ciegamente la política americana, pero de llamar a las cosas por su nombre.

La neutralidad argentina

Tal vez la llamada “neutralidad” argentina durante la Segunda Guerra Mundial (que en realidad encubría un filo-nazismo) haya sido uno de los errores más garrafales en la política exterior de nuestro país en toda su historia, además de llenarnos de vergüenza por generaciones.

Otra vez, hay quienes repiten el llamado a la neutralidad.

En una lucha contra el mal absoluto (porque el terrorismo no es otra cosa que eso) no puede haber neutrales. Además, los terroristas ya se rieron de nuestra neutralidad. Nuestra supuesta imparcialidad no nos salvo de sufrir cientos de muertos. Que le digan a la madre de Adrián Barreiro, chiquito de 5 años asesinado en la AMIA por terroristas fundamentalistas, que la Argentina es neutral. Que le digan a los cientos de familiares que aun buscan justicia que para nuestro país es lo mismo un asesino que quien lucha contra el.
Es hora, por una vez en nuestra historia, de tomar la decisión correcta. Hora de no dejarnos llevar por discursillos fascistas, por supuestos progresistas cholulos o por políticos fracasados.

Es hora, aun por una vez, de tener coraje.

Andres Spokoiny
http://www.porisrael.org/secciones/articulos/inentendible.htm