domingo, agosto 20, 2006

Entrevista a Marek Halter

Marek Halter tiene una exitosa carrera como periodista y escritor en París. Además, es uno de los fundadores de SOS Racismo y ha desarrollado una amplia actividad política en las relaciones entre Oriente y Occidente.

«No supimos resolver el problema nacional palestino y ahora tenemos una guerra de religión»

TEXTO: JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONSAL EN PARÍS.

-Su nuevo libro está consagrado al personaje histórico de María, la madre de Jesús. Nada más actual, en el Líbano, en Oriente Próximo: las madres contemplando el sacrificio de los hijos.
-No me parece muy pertinente esa visión de la actualidad. En mi visión del personaje de María, ella no desea que su hijo sea sacrificado. Desde mi punto de vista, la muerte no puede salvar ni purificar nada. Para mi sensibilidad, lo esencial del personaje de Jesús es su noción del amor. Amor, incluso por el enemigo. David Ben Gurión, uno de los patriarcas del Estado de Israel, me dijo: «Para mí, Jesús es la figura más luminosa de la historia del judaísmo». Le respondí: «Para la mayoría de los cristianos, Jesús no fue judío». Y Ben Gurión insistió: «No se engañe. Todo los cristianos saben hoy que Jesús fue judío. Pero muchos olvidan que su madre también lo era».
-Para los cristianos, la noción del amor es indisociable del sacrificio: la disposición a morir por la salvación del prójimo.
-Los cristianos no siempre están dispuestos a morir por los otros. Ni los musulmanes tampoco. La noción de martirio sólo es propia a algunos grupos musulmanes chiíes, no a todos. Noción que no comparten ni los judíos ni los cristianos. Entre los primeros cristianos, capaces de dejarse devorar por los leones, sin luchar, en Roma, todavía perduraba la idea de morir en nombre de lo eterno. En la Edad Media, algunos judíos se dejaban matar cantando salmos.
-Sin embargo, en las guerras de Oriente Próximo las convicciones religiosas, la fe, la teología y el enfrentamiento religioso están muy presentes.
-Es cierto. En el origen de los conflictos actuales, las primeras batallas comenzaron como el enfrentamiento entre dos formas de nacionalismo, árabe, palestino, judío, israelí. Muchos dirigentes de Israel, incluso entre los que yo más he estimado, no supieron arreglar el problema de fondo. Hubo un momento en que ese problema era únicamente nacional. Cuando el problema palestino se convirtió en un problema religioso, con la llegada al poder de Hamás, todo cambió profundamente. En sus orígenes, Arafat hablaba de la revolución nacional. Hoy estamos en otra fase del conflicto, con muchas dimensiones religiosas. Había dos regímenes árabes laicos. Uno, el de Sadam Husein, lo destruyeron los americanos. En tiempos de Sadam, las minorías religiosas no estaban en guerra civil. Hoy viven en guerra civil religiosa. El otro régimen árabe laico es, hoy, el de Siria. Los occidentales cometimos muchos errores. Olvidamos que hay otras culturas y civilizaciones milenarias, budistas, hindúes, etc. Hoy somos dominantes. Pero hubo otras civilizaciones dominantes. Y desaparecieron. Hoy, puesto que no supimos arreglar el problema de fondo en el plan puramente nacional, puramente político, ahora debemos afrontar una guerra de religión. Y cuando la guerra se hace en nombre de Dios, no sé si hay solución. «Alá es más fuerte que el Eterno, el Señor o el Dios de los cristianos», se dicen algunos musulmanes. Tal es nuestra tragedia.
-Desde esa óptica, el problema original data de la toma del poder del ayatolá Jomeini, en Teherán, en 1979.
-Lleva usted totalmente razón. En su día, no comprendimos que estábamos asistiendo al nacimiento de una gran potencia regional, religiosa, Irán. Si yo fuese un hombre político, intentaría negociar con Teherán y con Damasco.
-¿Qué hablar o negociar con una jerarquía religiosa que está convencida de lo bien fundado de sus aspiraciones revolucionarias?
-Sus reservas son muy pertinentes... sin embargo, es imposible abandonar el diálogo. En cada religión, detrás de cada hombre de fe, hay un ser humano, con una conciencia. Recuerdo el caso de Filón de Alejandría, capaz de interpelar a Calígula, que era una suerte de Hitler de principios de nuestra era, presto a exterminar a los judíos alejandrinos. Filón lanzó una petición, se embarcó rumbo a Roma y fue capaz de presentarse ante Calígula, que había matado a sus padres, para defender su causa.
-Los europeos intentan negociar con Teherán. Pero hay muchos europeos que temen que los ayatolás iraníes, los islamistas radicales, sean hoy tan peligrosos como ayer lo fueron el nazismo o el comunismo soviético.
-Afrontamos los mismos riesgos, cómo negarlo. Pero los problemas no son siempre los mismos. Los fanáticos son siempre peligrosos. Yo he vivido bajo la bota de dos regímenes totalitarios, el nazismo y el comunismo ruso. Siendo niño, sufrí del terror de ambos totalitarismos. Muchos iraníes sufren hoy del mismo tipo de persecuciones. Estamos ante un enemigo totalitario, sin duda. Pero, en verdad, esa vocación totalitaria no es propia del islam: es propia de algunas concepciones del islam. Dicho esto, no hay que perder la fe en la palabra. En mi caso, incluso hubiese discutido con Hitler. Hitler hubiese preferido verme convertido en ceniza, como a tantos otros judíos. Pero si aceptaba el diálogo, algo estaba perdido para él: la palabra abre una posibilidad de confrontación en el terreno de la conciencia.
-Agnósticos, ateos, cristianos, judíos, aceptan el diálogo y la negociación, que no aceptan los islamistas, ni Teherán. Incluso hay musulmanes que tampoco aceptan la guerra de religión revolucionaria apoyada por Irán.
-Mire lo que pasa en Irak. Quinientos muertos en el Líbano es una tragedia espantosa. Pero en Irak hay casi tantos muertos por semana, durante meses y meses. Y, en muchos casos, se trata de una guerra de religión entre musulmanes. Y muchos de ellos tienen una visión apocalíptica, revolucionaria. Esperan el final de los tiempos, para que se haga justicia, que ellos se toman por su cuenta, matando e incendiado en nombre de su fe fanática. El presidente de Irán forma parte de tales creyentes y cada semana repite su llamamiento religioso por la destrucción de Israel. En ese terreno absoluto, lleva usted razón: ¿qué y con quién negociar..? Sin embargo, sigo pensando que todos somos hombres. Casi ayer mismo, el presidente de Irán se dirigía hacia Israel como lo hubiese hecho Hitler. Detrás del fanático, debemos buscar el hombre e intentar encontrar su punto débil, su humana fragilidad.
-Hay quienes piensan que esos llamamientos a la negociación solo favorecen las tentaciones y aspiraciones revolucionarias de Irán, que interpreta el deseo de negociar con un síntoma de debilidad. Y esa debilidad favoreció la implantación de Hizbolá en el sur del Líbano, desde donde ha bombardeado Israel.
-Lleva usted razón. E Irán se sirve de Hizbolá para comprobar hasta que punto es capaz de resistir el mundo libre. Y, efectivamente, si Israel y el mundo libre se someten, Teherán e Hizbolá irán más lejos. Irán y los chiíes representan la gran potencia regional de todo Oriente Próximo, donde se encuentran los pozos de petróleo. Arabia Saudí, Jordania, Egipto, todos tienen miedo. Y si todo ese mundo se convierte en una suerte de califato musulmán, chií, se terminará consumando el sueño totalitario de los ayatolás iraníes. Estoy escribiendo un artículo, el título ya lo tengo, «Sharón, despierta; Israel te necesita».
-¿Ariel Sharón?
-¡Sí! Sharón hizo muchas locuras. Pero terminó comprendiendo. Sharón terminó comprendiendo que la fuerza mayor es la sabiduría. La fuerza no es manifestación de la fuerza. La verdadera fuerza es la que no necesita mostrarse. Cuando es necesario hacer una demostración de fuerza es ya demasiado tarde. Israel, los generales de Israel, se retiraron del Líbano, pero luego dejaron que Hizbolá se fuese instalando. Algunos generales tendrán que responder de esa falta. Y las posiciones y armas de Hizbolá, facilitadas por Teherán, han amenazado la existencia de Israel, que ha dejado hacer. Hace unos días, hablé por teléfono con el ministro de la Defensa de Israel y le pedí que lanzase un llamamiento solemne dirigido al pueblo libanés, para afirmar que Israel no lucha contra el pueblo libanés. Israel lucha para liberarse de un enemigo que está destruyendo el Líbano y aspira a destruir Israel. Y el pueblo libanés quizá lo comprendiese. El pueblo del Líbano y el pueblo de Israel son víctimas del mismo enemigo, que aspira a destruirnos a todos. Es imprescindible aislar el origen último del mal, para combatirlo. Israel quizá ha perdido la primera batalla de la imagen. Las imágenes de la guerra hacen olvidar que, en verdad, esa tragedia es la consecuencia del deseo de asegurar la supervivencia de siete millones de israelíes, de muy distinta obediencia y religión. Hoy, es imposible abandonar el terreno a Hizbolá.
-¿Qué decir?, ¿qué hacer?
-Sigo pensando que el arma más fuerte es la palabra. Es lo único que queda.
-Primeros versículos del Evangelio de Juan.
-Efectivamente. Juan no se equivocaba. Pueden matarme. Pero lo dicho en mis libros quedará. En términos prácticos, algo es posible hablar con Siria. Aislados del mundo, los sirios caen en los brazos de los ayatolás iraníes. Es posible hablar con Damasco, para abrir nuevas perspectivas. Mal que bien, hay un barrio cristiano en Damasco, lo que es impensable en Teherán. Debiera hablarse y negociar con Siria, que está al alcance de los cañones de Israel. Esa negociación permitiría romper el cordón umbilical entre Damasco e Hizbolá. Después, es urgente abrir una brecha en la sociedad civil iraní. Persia es un país, una gran cultura: su sociedad civil espera el cambio. Los ayatolás no estará en el poder eternamente.
-¿Esa es una tarea para hombres o para mujeres?
-¡Para mujeres! La mujer, la madre, la hermana, juegan siempre un papel determinante. Entre los movimientos de liberación del islam, las mujeres están jugando un papel decisivo. En Francia, yo apoyo un movimiento que se llama «Ni putas ni sumisas». Son jóvenes musulmanas que aspiran a liberarse del totalitarismo de sus familias y sociedades. Esas jóvenes capaces de rebelarse contra los hermanos, contra los padres, para denunciar el fanatismo, están creando un gran movimiento. En las sociedades musulmanas, la liberación de la mujer está llamada a jugar un papel determinante. Ellas serán los motores del cambio, la gran esperanza contra el fanatismo.